jueves, 30 de mayo de 2013

Yoloxochitl


Todo lo que me cuenta su voz es hermoso por serlo ella misma en todos los planos de lo real, y es noble por ser cierto y constatable, y es también un arrullo por ser dicho y respirado con esa parsimonia náhuatl. Y una de las cosas que hoy me contó es que el enorme árbol que da sombra al patio del Colegio de Lingüística y Literatura de Puebla es un yoloxochitl de treinta metros de altura. Analfabeto en botánica, busqué la voz castellana. Y acaso la encontré, pero en nuestras magnolias no hallo asomo de la magnificencia del vegetal al que los nahuas dieron ese impronunciable nombre combinando en su lengua las palabras "flor" y "corazón". Bien lógico, porque es cierto que uno lo mira, aunque sea en vídeo, y la superficie del corazón parece que se le remansa esperando la lluvia de las benefactoras flores blancas, sus salvíficas ondas concéntricas.

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