domingo, 2 de junio de 2013

Mañana

Mañana. A partir de mañana me sentaré de mañana en esta misma mesa bajo estos mismos plátanos y comenzaré la mañana sorbiendo la sangre de una naranja y la de un limón. Añoraré, claro está, el sabor demonio, la espuma blanca sin otra playa que mis labios. Pero la añoranza sólo durará un tiempo: días, semanas, años... hasta que la templanza de esta luz casi verde fosilice las sombras a escala de casa de muñecas y quede restituida por fin y para siempre la niñez que no tuve.

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